Un buen día suena el teléfono y recibes la llamada que esperabas. Te ofrecen el empleo de tus sueños, aquel por el que has peleado tanto tiempo y con un salario que incluso supera tus expectativas. Pero aún no está todo resuelto, primero quieren verte y hacerte pasar por un proceso de selección. Es lógico, la empresa busca al mejor candidato posible para el puesto, y para descartar al resto llegará tan lejos como pueda en las temidas entrevistas de trabajo, que para los responsables de Recursos Humanos son la mejor forma de explorar más allá del currículum.
Incluso los más expertos pueden caer en esta fase, pues no es ningún secreto que desde hace tiempo los empleadores utilizan técnicas psicológicas para desconcertar al entrevistado y bucear entre sus defectos hasta tacharlo de la lista. Hacerte describir las debilidades de un antiguo jefe, plantear por qué quieres cambiar de trabajo o si has pensado alguna vez en montar tu propia empresa son algunas de las cuestiones, aparentemente inocentes, pero en realidad retorcidas que pueden sepultar tu carrera profesional.
Además, cada vez están más de moda juegos mentales que superan lo discursivo, como por ejemplo el que utiliza Trent Innes, directora de la compañía contable Xero, que para contratar a sus empleados se apoya en una peculiar prueba para la que requiere un vaso o taza de café. Básicamente, la jugarreta consiste en llevar a los entrevistados hacia el comedor de la oficina y asegurarse de que salen de allí con una bebida caliente en la mano. Después de que la entrevista haya terminado, Trent espera 30 minutos para ver si la persona se ofrece a lavar el recipiente o bien intenta dirigirse hacia la cocina para hacerlo.
«Puedes desarrollar habilidades, puedes adquirir muchos conocimientos y experiencia, pero al final todo se reduce a tu actitud», explicaba en un ‘podcast’ de radio. «Y lavar tu propia taza de café dice mucho sobre tu actitud», insiste. Por eso considera el resultado del curioso test un argumento infalible para seleccionar a sus futuros trabajadores: si dejan su taza en la mesa cuando se van, quedarán automáticamente excluidos.
Puedes desarrollar habilidades, puedes adquirir muchos conocimientos y experiencia, pero al final todo se reduce a tu actitud.
Muy parecida es la prueba del envoltorio, utilizada por Joe Hirsch, director de Semaca Partners. En este caso, el entrevistador deja caer el envase que recubre una chuchería o un dulce en la puerta de la sala de entrevistas y observa si el candidato lo recoge o pasa inadvertido. A su juicio, el hecho de tirarlo a la basura evidencia que la persona pone al equipo en primer lugar, vigila los peligros potenciales y vela por el negocio. «Puedes contratar a la persona que camina pese a que haya basura en el suelo, pero definitivamente debes contratar a quien lo tira a la basura», sentencia.
La carrera de obstáculos tampoco termina en la entrevista. El momento de discernir quién merece un empleo para la editora de Business Insider, Jessica Liebman, llega después: si envían un correo electrónico de agradecimiento tienen más puntos para conseguir el puesto, en tanto que indica que la persona «tiene ganas, es organizada y educada». «También muestra ingenio porque el candidato a menudo tiene que ingeniárselas para coseguir la dirección de correo electrónico». Por su parte, la directora ejecutiva de Barstool Sports utiliza como táctica enviar mensajes de texto un domingo por la mañana «sólo para ver cuánto tardan en responder».
¿Genialidad o técnica ilegal?
Tratar de ‘hackear’ el comportamiento de los aspirantes es particularmente común en las empresas tecnológicas y ‘startups’ “donde hay una cultura colectiva muy fuerte” y se busca averiguar si son “adecuados para nuestra pandilla”, explica a ‘The Guardian’ la experta en Recursos Humanos Ruth Cornish, que no ve con buenos ojos este tipo de técnicas: “No se trata de diversidad o inclusión. Si nunca antes has estado en el mercado de trabajo, es posible que no conozcas los trucos y ello no significa que no seas una persona con talento que pueda hacer un trabajo maravilloso en esa empresa».
Con ella coincide Claire McCartney, asesora de diversidad e inclusión del Chartered Institute of Personnel and Development, asociación para profesionales de Recursos Humanos. «Las personas pueden responder de manera diferente por diferentes motivos, pueden estar nerviosas por ser entrevistadas», apunta, al tiempo que considera que «no dar las gracias a un entrevistador no significa ser maleducado» e incluso «hay algunos empleadores que encuentran el envío de un correo electrónico para seguir el proceso como un acto desesperado y molesto».
Fuente: https://www.elconfidencial.com/