Cuando salí de la universidad alcancé un sueño que pocas personas logran en toda su vida: trabajar para una de las 10 empresas más ricas del mundo (según la revista Fortune) ayudando a macroeconomistas con carreras con influencia mundial. Estaba metida en la creación de mercados que iban desde el gas natural hasta los productos derivados del clima. ¡Todo en el corazón de Wall Street!
Luego mis jefes se fueron a la cárcel.
Así es. Trabajé como parte de un equipo de análisis de la empresa Enron hasta que el escándalo de sobornos y fraudes de los más altos ejecutivos de la compañía hizo que todo se viniera abajo. Destruyó todo lo que creí saber sobre los negocios y el liderazgo.
Decir que el escándalo me sorprendió y desilusionó es poco. No hay nada peor como tener que hablar con oficiales del FBI y de las más altas entidades financieras de Estados Unidos cuando apenas se tiene 25 años. Lo más triste fue darme cuenta que lo que mis jefes me habían dicho que era “innovación” resultó ser un simple fraude. Tuve que reconsiderar toda mi carrera profesional.
Ya había tenido suficiente de las empresas estadounidenses, así que preparé una mochila y me dirigí al Pacífico Sur durante varios meses. Después de comenzar a escribir un libro sobre mi experiencia, llegué a la conclusión de que podía lograr el mayor impacto trabajando para cambiar el mundo empresarial hacia lo positivo comenzando por su liderazgo. Hoy estoy convencida de que la integridad y la confianza deben estar en el centro de las estrategias de cualquier empresa para que ésta tenga éxito y, lo que es más importante, para tener un impacto significativo en el mercado.
Desde la crisis cultural de Uber hasta los problemas de relaciones públicas de United Airlines, la ética corporativa ha pasado innegablemente a ocupar un lugar central en los titulares de hoy. Los medios nos recuerdan una y otra vez las consecuencias de las compañías que se “portan mal”. En el otro extremo del espectro, a las empresas les encanta promocionar sus programas de responsabilidad social corporativa y hacer el bien al público. Pero rara vez miran dentro de sus propias organizaciones para considerar cómo se ve realmente la ética corporativa o cómo abordar los problemas de comportamiento que tienen dentro de sus propias filas.
Muchos altos ejecutivos han ido a la cárcel por querer entregar resultados financieros impactantes a toda costa, pero otros han impulsado sus negocios con decisiones arraigadas en la integridad y un compromiso con los empleados, clientes y accionistas. El hecho es que una cosa no excluye a la otra. Si los líderes no operan desde un lugar de integridad, establecen la pauta para el comportamiento de toda la empresa y eso afecta negativamente los resultados.
Entonces, ¿cómo se ve el liderazgo ético en la naturaleza? Creo que los líderes verdaderos deben trabajar las tres «E» para crear la confianza necesaria para construir una organización de alto rendimiento:
1. Entusiasmo: se trata de abrazar la emoción y la pasión por la visión de la compañía. Aunque los líderes tienen diferentes estilos, deben exudar una creencia y euforia fundamental sobre las oportunidades de la compañía en el mercado. Si los líderes no adoptan con entusiasmo la visión de la compañía, ¿cómo puede esperar que los empleados hagan lo mismo?
2. Empoderamiento: comienza con la creencia en el poder de sus empleados para generar resultados y la capacidad de renunciar al control para permitir que otros tomen decisiones. Los mejores líderes son aquellos que apoyan y guían a los trabajadores a tomar la iniciativa para impulsar el cambio, encontrar soluciones creativas para cumplir con los objetivos corporativos y personales, y ejecutar incluso más allá de lo que creen que deben hacer.
3. Empatía (o inteligencia emocional): significa entender los impulsores y las motivaciones detrás del equipo para ayudarlo a hacer el mejor trabajo de sus vidas. No te preocupes si no tienes esta habilidad innata, simplemente tienes que hacer preguntas a tus empleados y escucharlos, realmente escucharlos, para saber qué los motiva. Y, dado que todos somos humanos, descubrir aspectos en común puede contribuir en gran medida a inculcar la lealtad y el orgullo de la compañía.
Estas tres «E» son un buen lugar para que comiencen a trabajar los líderes. Sin embargo, para garantizar que tu empresa se mantenga en un terreno ético, también hay algunas cosas imprescindibles:
Alinear el liderazgo central
Es genial que el fundador de un negocio actúe éticamente, pero no importará a menos que los líderes clave que lo sigan hagan lo mismo. Debes establecer un ejemplo holístico de cómo diriges la empresa, ya que incluso una manzana podrida puede arruinar la reputación de una marca y cuestionar tu liderazgo. Fíjate en lo que sucedió recientemente en Nike (varios ejecutivos fueron despedidos por acosar a sus empleados). La mala conducta continuó por demasiado tiempo: primero con un ejecutivo, luego con otros que renunciaron o se les pidió que se fueran. Esto podría haberse evitado si todo el equipo de liderazgo estuviera alineado con el respeto y la integridad.
Toma decisiones difíciles con rapidez
Volviendo al ejemplo de Nike, una vez que este comportamiento salió a la luz, los líderes necesitaban actuar rápidamente para eliminar a los malos ejecutivos. no ignorarlo ni alentarlo. Estas situaciones no solo causan malas relaciones públicas, sino que también afectan el grupo de talentos y los ingresos, ya que cada vez más consumidores toman decisiones de compra basadas en la reputación de la marca. Lamentablemente, en Enron, hubo tantos malos actores que no solo se quedaron en la empresa, sino que también fueron premiados y promovidos, y finalmente varios terminaron encarcelados.
Establece la ética de tu equipo de dirección
Tu junta directiva debe reflejar los altos valores éticos de tu compañía. En el caso de Uber, fue necesario un miembro muy vocal del consejo – Arianna Huffington – para convencer al resto de que el comportamiento del CEO eran tan malos que se necesitaba cambiarlo. Lamentablemente, el mal comportamiento a menudo se pasa por alto cuando el desempeño de la compañía es fuerte, como fue el caso de Enron. Sin embargo, no hay un crecimiento agresivo que supere una quiebra que no solo arruina las fortunas, sino también vidas y el legado de los emprendedores involucrados.
Viví uno de los peores ejemplos de avaricia corporativa y arrogancia y aprendí la importancia de transformar esos aprendizajes en beneficios netos. La gran noticia es que los líderes son los creadores de la misión y la cultura y tienen una plataforma increíble para generar un impacto positivo y duradero. Como dijo el CEO de Delta Ed Bastion al explicar por qué la aerolínea terminaría su descuento para los miembros de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en Estados Unidos: «los valores de nuestra compañía no están a la venta».
No desperdicies tu oportunidad como líder. Acepta y usa tu plataforma para crear un legado positivo. Para ti. Para tu fuerza de trabajo. Para la humanidad. Para tus ganancias.
Fuente: https://www.entrepreneur.com/