Es conocido que los empleados no huyen de su empresa sino de sus jefes. Son muchas las organizaciones que no cuidan a sus trabajadores y se arriesgan a perder a los mejores. Un hecho especialmente grave, puesto que genera pérdidas difícilmente restituibles. Formar a un nuevo empleado en las mismas competencias que quien dejó su puesto requiere de tiempo y esfuerzo. Por eso las empresas tienen que cuidar de su talento si quieren ser competitivas. Los jefes son un pieza clave en generar un buen clima laboral y con frecuencia pecan de ciertos errores fácilmente subsanables. En opinión de Luis Fernando Rodríguez, CEO y responsable de la línea de equipos de Watch & Act, «cuando los buenos empleados no están contentos con sus tareas pierden el interés. Esta pérdida de motivación y entusiasmo se la conoce como “apagón”, que no es más que el agotamiento que pueden padecer ciertos colaboradores». Los principales errores de los jefes son, en opinión de este experto, obsesionarse por el control en lugar de otorgar confianza. «Las empresas necesitan una normas de comportamiento, pero siempre con sentido común. No hay que olvidar que cuando los trabajadores se sienten vigilados, buscan otro lugar en el que trabajar». Otros errores que menciona son los siguientes:
«La oficina no es una escuela, por lo que debería reinar la meritocracia. Es decir, ni tan bueno es tratar a todos por igual ni tratar mejor a los que menos contribuyen para motivarlos, ni porque sean los que le caen mejor al jefe, porque de este modo se acabará minando la ilusión de los que realmente valen».
Éste puede ser un error muy típico. Si un jefe permite que los peores trabajadores cometan errores sin consecuencias, lastra la motivación de los demás que acaban rindiéndose y trabajando por debajo de sus posibilidades.
No hay nada más sencillo y barato para ilusionar a un trabajador que reconocer sus logros. Que esto ocurra a menudo es un síntoma de que la compañía va bien. Por el contrario, no recompensar el trabajo bien hecho termina afectando a la motivación del equipo.
Las organizaciones deben aprender a equilibrar la parte profesional y emocional. Un líder debe saber celebrar los éxitos de sus empleados y empatizar con ellos en los momentos difíciles. Es imposible trabajar con alguien ocho horas diarias de medio sin involucrarse personalmente.
Cortas las alas es siempre una mala estrategia. Y si no, por qué no aprender de los mejores. Por ejemplo, Google permite a sus trabajadores dedicar un 20% de su tiempo a proyectos personales.
La gente que no se divierte en el trabajo no rinde al 100%. Las mejores empresas del mundo conocen la importancia de los tiempos libres para la relajación bajo una premisa muy sencilla: Si el trabajo es divertido se realiza mejor y, además, los empleados se quedan más tiempo en la empresa.
Marco Laveda, «managing director Spain & Portugal» de Robert Walters, destaca que el principal error de los jefes que lleva a perder a sus trabajadores, es no escucharles lo suficiente como para poder entender cuáles son sus motivaciones con el fin de adaptar su gestión a las mismas de manera individual. Tener en cuenta sus opiniones e integrarlas en la medida de lo posible en la empresa. O, en caso de no ser posible, darle las explicaciones oportunas. «Los “millennials” necesitan sentirse protagonistas dentro de la empresa para las que trabajan y los jefes no siempre son conscientes de ello, o si lo son, no le dan la importancia suficiente».
¿Alabar a un compañero por encima de otro podría considerarse un error que cometen losjefes? Laveda responde que «el error, aquí, sería en cualquier caso, motivar a una persona con argumentos que no funcionan. Por ejemplo, si a un empleado no le motiva la competitividad, sería un error compararle con otro compañero. Sin embargo, si es un perfil al que le gusta la competición, se trataría de un total acierto». Carlos Recarte, socio director de Recarte&Fontenla Executive Search, menciona como principal error del jefe generar expectativas que luego no se cumplen, «lo que puede provocar una desmotivación en el colaborador». Otro, no reconocer los logros. «Un empleado que trabaja duramente en un proyecto obteniendo resultados extraordinarios y no recibe ni una palabra de aliento». Falta de involucración en los procesos. «Los malos jefes, exigen una gran cantidad de trabajo sin considerar la carga que supone y, en muchas ocasiones, la información se queda en el cajón». Apuntarse las medallas. «No hay nada peor que ser el responsable de un proyecto y que el jefe lo presente como si fuera suyo». No considerar la faceta personal. «El buen jefe, tiene en cuenta este aspecto siempre que el negocio lo permite y el mal jefe sólo se centra en los resultados sin importarle la persona que está detrás».
Fuente: http://www.larazon.es