Luego de tantas vivencias, esfuerzos y tiempo invertido, finalmente estamos justo donde queremos estar. Nos sentimos plenos y satisfechos, pero con una gran responsabilidad porque tenemos a nuestro cargo un gran equipo de trabajo.
Es en este momento en el que debemos detenernos a pensar si verdaderamente queremos solo ser el jefe, aquella figura a la cual los empleados tratan con respeto, pero con un temor escondido o, sencillamente, ser el líder, alguien que con una actitud proactiva sabe manejar cualquier situación y puede entender que para lograr la prosperidad laboral debe evitar caer en los siguientes patrones:
- La voz autoritaria: Si bien es cierto que se debe guiar al equipo de trabajo, también hay que tener en cuenta que sus opiniones valen. No solo se trata de imponer tu visión, al contrario, escuchar otras opiniones puede alimentar esa propuesta y terminar con una idea mucho más completa.
- El egocentrista: Por más que seas quien está al mando del proyecto o hayas alcanzado muchísimos logros, lo más importante es siempre saber tener calidad humana, conservar la humildad y valorar el esfuerzo y el trabajo del otro.
- Pensar solo en intereses propios: El propósito general es que todos salgan ganando. Cada uno de los que integra la empresa aporta algo que la hace crecer y, al final, también es necesario velar por los intereses del colectivo, así ellos trabajarán a gusto y harán lo necesario para alcanzar la meta.
Ser un líder implica menos reacción en las situaciones difíciles y más acción para saber abordarlas, implica estar consciente de que lo que se debe hacer, no solo depende de los demás sino que también depende de sí mismo, un líder valora la opinión el otro y sabe respetarla aunque no esté de acuerdo, se preocupa por la estabilidad de quienes lo rodean y reconoce lo importante que es el trabajo en equipo.
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Fuente:
Lic. Ana Pernía / NEUVOO
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